Isaías 9:6

"Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz".

Efesios 2:8

"Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios"

Salmos 19:1

"Los cielos cuentan la gloria de Dios,Y el firmamento anuncia la obra de sus manos."

Juan 6:68

"Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna".

Apocalípsis 1:8

"Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso".

viernes, 12 de diciembre de 2014

¿Es nuestro México, un país justo?

“La justicia engrandece a la nación; mas el pecado es afrenta de las naciones”
Proverbios 14:34

         Si con todo detenimiento se leyera, si con toda sinceridad se estudiara, cada persona que llega a leer este sólo versículo de la Biblia, puede entender la razón por la cual nuestro amado país sufre de tantas cosas (injusticia social, pobreza, deterioro de las familias, jóvenes alcohólicos, prostitución, borrachera, robo, avaricia, opresión social, etc); claro, esta es la razón: nuestro país no es justo, y esto por la simple razón de que no conoce a Dios, y Él por lo tanto, jamás ha visitado a México con su Santo Espíritu.

¿Que México no conoce a Dios? Tal vez puedas tú decir eso, quizás preguntes: ¿pero cómo es posible que eso sea cierto cuando somos un gran número de personas que profesa la religión que el Señor estableció? Simplemente basta hacer un simple razonamiento: si en México se profesan (o se profesaran las enseñanzas del Señor Jesús), si en nuestro país se conoce a Dios y se le obedece en todo y se tiene la certeza de que la religión oficial es la verdadera, entonces, ¿por qué nuestro país sufre todo lo anterior? ¿No contradice lo que a diario vemos y conocemos en las noticias a las enseñanzas del Señor?

         Verdaderamente, no hay razón para pensar que en México se hace la voluntad de Dios. Cierto, hay sin fin de religiones, incluyendo la oficial, pero es solo cuestión de hacer un poquito de ejercicio mental y concluir una cosa: ¿pasarían todas estas cosas si las personas comprendieran en su totalidad los mandamientos de Dios? ¡Claro que no!

         Es simple, veámoslo con los siguientes ejemplos:

-      ¿Habría robos en nuestro país si las personas llevaran a cabo el mandamiento de no codiciar los bienes de los demás?

-  ¿Habría tanto alcoholismo en la nación si se conociera que la borrachera es pecado y que es algo que Dios de manera constante manda no hacer?

-      ¿Habría adulterios y prostitución en el país si las personas entendieran que basta una mirada codiciosa para cometer adulterio delante de Dios?

-   ¿Habría tanto homicidio si se supiera que basta un enojo desmedido contra otra persona para que el Señor lo tome como un asesinato?

-  ¿Habría tanto ladrón –en todos los niveles-  si se comprendiera lo que quiere decir No robarás?

-     ¿Habría tanto joven descarriado si los padres supieran que Dios pide instruir a los hijos en justicia y en obediencia?

-   ¿Habría tanta mujer adúltera si los varones llevaran a cabo el mandamiento de amar a sus esposas?

- ¿Habría tanto varón borracho y adúltero si las mujeres supieran que Dios les manda respetar a sus esposos y a estar sujetas a ellos?

  ¿Se pisotearían los derechos de los estudiantes y se les oprimiría de manera tan brutal como se ha visto en los últimos días?

- ¿Las personas harían burla, escarnio, crítica destructiva de sus gobernantes si entendieran que Dios manda que se les respete sin importar si son buenos o malos?

Créeme, la lista puede crecer, podría ocupar decenas de hojas para seguir describiendo situaciones que pasan en nuestro país por no conocer a Dios, esto es verdad, pero ¿sabes? A pesar de tanta evidencia, las personas prefieren seguir creyendo y pensando que todo está bien, y se la pasan defendiendo a su religión, no importa que no les aporte nada bueno para sus vidas.

¿Que en nuestro país hay personas que viven de una manera muy buena y moralmente aceptable? Claro que las hay, pero eso no significa nada para Dios, puesto que su Palabra enseña que es solamente Él quien puede hacer que las personas vivan de una manera totalmente agradable a su persona, y esto se logra solo a través de la obra redentora que el Señor Jesús vino a hacer en la cruz del Calvario, porque la Biblia enseña que todas las buenas obras que las personas llegan a hacer, pero sin Dios, son como trapos sucios en su misma presencia.

Cierro con la simple reflexión que resultaría de leer y entender el versículo de nuestro tema:

“Si México fuera justo, si practicara la justicia, Dios lo engrandecería, lo diferenciaría de los demás países, pero por cuanto no lo es, es una vergüenza delante de las demás naciones”

Conclusión.

Que Dios nos lleve y conduzca, a todos quienes habitamos este país, a conocer, entender y practicar su Sana Doctrina.

Saludos…


miércoles, 24 de septiembre de 2014

¿De qué país eres?

¿DE QUÉ PAÍS ERES?

by David Wilkerson | September 16, 2014


       
De acuerdo a la Palabra de Dios, los cristianos han de vivir cada día como si "el fin de todas las cosas está cerca". Tenemos que anhelar Su venida, estar alertas y ser diligentes, como siervos que esperan a que su señor regrese de un viaje largo. Debemos alegrarnos, porque vamos a dejar esta tierra para vestir nuevos cuerpos. Debemos siempre anhelar estar con el Señor.

En la epístola de Pedro, él advirtió: “Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán! Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia” (2 Pedro 3:10-13).

En el griego original, el versículo 11 se lee: "A la luz de que todo se disolverá, ¿de qué país eres?". ¿Eres de esta Tierra, la cual se disolverá y derretirá? ¿O eres un ciudadano de la Sión celestial, la ciudad cuyo constructor es Dios? Pedro está diciendo que este conocimiento que Dios nos da sobre la destrucción de la Tierra y el Cielo actuales, debiera animarte a vivir una vida santa y agarrarte menos de este mundo. Pedro continúa diciendo que no debemos tener miedo de la destrucción venidera, ¡más bien debemos esperarla, anticiparla y mantener limpia nuestra ropa! “Estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz" (3:14).

Si Pedro hubiera resucitado y visitado Estados Unidos hoy, se habría sorprendido por todos los sermones sentimentales endulzados, ¡dados por los que yo llamo "profetas de almohada"! Pedro les preguntaría: "¿Por qué no advierten a su pueblo sobre la destrucción que está en camino? ¡Dios me dio este mensaje directamente a través del Espíritu Santo! ¿Por qué ellos no creen? ¿Por qué no están exhortándolos a vivir una vida santa con estas advertencias? ¿Acaso no saben que Jesús dio la misma advertencia cuando dijo: “El sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas"? (Mateo 24:29).

sábado, 20 de septiembre de 2014

Ayudemos a que vuelvan a casa


Ayúdanos a volver a casa.
Durante los últimos ocho años, mi esposa y yo hemos estado ayudando a niños y jóvenes en la ciudad de Chiang Mai en el norte de Tailandia. Estos niños y jóvenes corren el riesgo de ser objeto de explotación sexual y tráfico humano.
Somos parte de una Organización no gubernamental, que ofrece educación, vivienda y  necesidades médicas de 14 niños de familias pobres y disfuncionales. Algunos padres son agricultores pobres que no pueden pagar los gastos escolares de sus hijos.
Algunos niños son huérfanos o han sido habandonados. HFT ofrece un hogar para estos niños en dos casas alquiladas. HFT busca amar a estos niños, educarlos y proporcionarles los conocimientos necesarios para ser autosuficiente. HFT está acreditado con el gobierno tailandés. HFT Sitio Web es www.kwamwang-hft.com.

Para ver más datos: Ayúdanos a volver a casa

viernes, 12 de septiembre de 2014

Estemos listos, orando, velando, para resistir el día malo

EL ESPÍRITU DE JEHOVÁ LEVANTARÁ BANDERA

by David Wilkerson | September 12, 2014



Aquellos que no oran, que no están listos, no podrán sostenerse en pie en el día del juicio que se aproxima. ¡Serán vencidos por hordas de demonios! En Apocalipsis 6:17 se hace esta pregunta: “Porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?” Todo hijo de Dios que está habitando en Él durante los tiempos de indignación se mantendrá firme. “Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.” (Efesios 6:13). “Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría,” (Judas 24).

“Porque vendrá el enemigo como río, mas el Espíritu de Jehová levantará bandera contra él.” (Isaías 59:19). En ocasiones, puedes ser atacado de forma inesperada. Puede que estés disfrutando de la luz, regocijándote, dándole gracias a Dios, cuando de la nada te sientas abrumado. Puede ser tu temperamento porque Satanás puede provocarte. Puede ser el miedo que viene como inundación repentina e inesperada. Puede ser la enfermedad, que te derrumba y roba tus fuerzas. Puede ser una vieja lujuria que pensaste había sido conquistada; no la buscaste, ¡pero ahí está! O puede ser la tristeza, o la depresión. Puede que ni siquiera sepas que lo está causando, pero de repente estás inundado.

Pero con David, podemos decir: “Con mi voz clamaré a Jehová; Con mi voz pediré a Jehová misericordia. Delante de él expondré mi queja; Delante de él manifestaré mi angustia. Cuando mi espíritu se angustiaba dentro de mí, tú conociste mi senda. En el camino en que andaba, me escondieron lazo. Mira a mi diestra y observa, pues no hay quien me quiera conocer; No tengo refugio, ni hay quien cuide de mi vida. Clamé a ti, oh Jehová; Dije: Tú eres mi esperanza, Y mi porción en la tierra de los vivientes. Escucha mi clamor, porque estoy muy afligido. Líbrame de los que me persiguen, porque son más fuertes que yo. Saca mi alma de la cárcel, para que alabe tu nombre; Me rodearán los justos, Porque tú me serás propicio.” (Salmo 142).

lunes, 11 de agosto de 2014

El perdón

El perdón es la liberación de una obligación pendiente, una deuda, una ofensa, una pena; es la eliminación total de la causa de un delito. Perdonar es entregar, quitar, cancelar, desechar lo que daña, lastima, duele, molesta.
Todos llegamos a ofender, todos hemos sido ofendidos, y por consecuencia, todos necesitamos pedir perdón y perdonar.

Jesucristo nos dejó muchas enseñanzas sobre cómo perdonar y por qué perdonar:

“Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial;” Mateo 6:14

Ofender contra perdonar.

Es muy fácil ofender a nuestros semejantes pero, es muy difícil enmendar la ofensa, por eso, Dios en su Palabra no aprueba al que ofende y no perdona.

“Mirad por vosotros mismos. Si tu hermano pecare contra ti, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale” Lucas 17:3

“Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta 7?” Mateo 18:21

Si Dios nos dejó el mandamiento de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, y en lugar de amarles les ofendemos, en lugar de amarles y servirles les negamos el perdón, ¿a quién ofendemos más? Ofendemos a los hombres ¡y caemos en total ofensa a Dios!

“y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos” Lucas 6:31

¿Quién no necesita perdón?

Si le pedimos perdón a Dios, ¿Él nos perdonará? ¡Claro que sí!

“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” 1 Juan 1:9

¿Pero, en qué  actitud debemos ir a Dios para que  nos  pueda perdonar?   ¡En una actitud  de sincero arrepentimiento, avergonzados de ofenderle cada vez que ofendemos a alguien!

“aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda” Isaías 1:17

¿Por qué debemos perdonar al que nos ha ofendido?

¿Qué pasa si no perdonamos? ¿Cómo vivirá alguien a quien violaron sexualmente y no ha podido perdonar? ¿O alguien que sufrió una infidelidad de su cónyuge y no ha perdonado? Alguien que ha sufrido la pérdida de un ser querido que le mataron, ¿cómo vivirá si no ha perdonado a los asesinos de su familiar? ¿Cuánto será el sufrimiento?

¡El dolor de su corazón quizá resentido, dolido, con rencores o hasta quizá con odio en lo más profundo de su corazón! Y no lo puede sacar… ¡porque no ha perdonado!

¿Qué pasa si no perdonamos o si no pedimos perdón? ¿Estaremos bien?
¡Qué diferentes serían nuestras vidas si de verdad pidiéramos perdón y también perdonáramos de corazón! No como aquel que dice “yo perdono, pero nunca olvido”; ¿tendrá paz tal persona?

Mucha gente cuando repite la oración del Padre Nuestro, sin darse cuenta realmente de lo que dice, deja salir de sus labios la siguiente frase: “…perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden…”

¿¡Estaremos así cumpliendo lo que dejó como enseñanza para dirigirnos a Él!? Y si no perdonamos, ¿acaso nos oirá?

“Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos hasta que pagara todo lo que le debía.  Así también mi Padre Celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermanos sus ofensas” Mateo 18:34-35

Si una persona muere sin haber perdonado una deuda, una ofensa, una agresión, un desprecio, una traición; cuando muera y sea presentada ante la presencia de Dios, ¿será perdonada por Él? Y si no le perdona, ¿a dónde será enviada? ¿Al cielo? ¿Al infierno? ¡Por supuesto que al Cielo no entrará! ¡Ahora entendemos lo grave que es no perdonar!


“No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados; PERDONAD y seréis PERDONADOS” Lucas 6:37

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Autor: Sr. Salvador M.
¡Gracias por su contribución a este blog!

La vida de fe

LA VIDA DE FE

by Gary Wilkerson | August 11, 2014

             
A la mayoría de nosotros nos gustaría tener la habilidad de hacer ciertas cosas en la vida que no podemos hacer. Estoy hablando de cosas que no son sólo difíciles, sino imposibles.

Incluso los más devotos seguidores de Jesús no pueden arreglar ciertas cosas, pero conocemos a Aquel que sí puede. Lo maravilloso de la vida en Cristo es que llegamos a participar en cosas increíbles que no podríamos hacer por nosotros mismos. De hecho, Jesús nos llama a participar con Él en lograr lo que no podemos hacer por nosotros mismos: ver a nuestros seres queridos llegar a la fe; ver matrimonios rotos restaurados y sanados; ver a los que no son salvos en nuestra comunidad rescatados de una eternidad sin esperanza. A través de nuestra fe en Jesús, podemos llegar a ver, e incluso tomar parte, en este tipo de cosas que se logran por Su poder, majestad y autoridad.

Hebreos 11 es el capítulo conocido como el “Salón de la Fe”, pues lista figuras bíblicas que agradaron a Dios por medio de grandes actos de fe. Desde Abraham a Sarah, hasta David, hasta Samuel, hasta Gedeón y muchos otros, vemos creyentes elogiados, no por sus talentos o logros, sino por confiar en Dios para hacer lo que estaba más allá de sus habilidades. Juntos conforman “una enorme multitud de testigos de la vida de fe” (Hebreos 12: 1 NTV).

Esa frase en cursiva nos dice que hay una vida de fe para ser vivida. Y para obtener esa vida, se nos insta a dejar a un lado todo peso que nos impide confiar en fe: “despojémonos todo peso” (12:1). ¿Cuáles son estos pesos, estos obstáculos a la fe? Conozco a muchos cristianos que están sobrecargados de incredulidad. A medida que consideran sus circunstancias piensan: “Mi necesidad nunca será satisfecha. He orado sin cesar y he pedido a otros que oren por mí, incluyendo líderes de la iglesia, pero la respuesta nunca llega. He intentado de todo y nada funciona”.

El problema de muchos es que miran a sus circunstancias más que al Dios que controla todas las circunstancias. Su fe queda estancada por un “peso que [les impide] correr" (12:1 NTV). Les puedo asegurar, lo que Dios ha prometido nunca puede ser destruido. Cada palabra que Él ha enviado será cumplida finalmente. Satanás lo sabe, y lo único que puede hacer es tratar de frenar los propósitos de Dios para nosotros convenciéndonos de sumirnos en nuestras dificultades. Si tu situación parece desesperada, la vida de fe te llama a creer: “Un día Dios cumplirá lo que soy incapaz de concebir ahora”.

miércoles, 30 de julio de 2014

La Bendición de la Humildad


Los dos rasgos del carácter cristiano que se enseñan con más frecuencia en el Nuevo Testamento son el amor y la humildad. El pasaje clásico sobre el amor es, por supuesto, 1 Corintios 13. El pasaje clásico sobre la humildad, aunque nunca usa la palabra, es Mateo 5:2–12, popularmente conocido como las Bienaventuranzas. Y así como 1 Corintios describe el amor, las Bienaventuranzas describen la humildad.

Jesús comienza Sus enseñanzas diciendo, “Bienaventurados los pobres de espíritu” (Mateo 5:3). Los pobres de espíritu son aquellos que han llegado al convencimiento de su pobreza espiritual. Ellos ven su pecaminosidad continua aun siendo creyentes. En contraste con el fariseo que con aires de superioridad al orar decía “Dios, te agradezco porque no soy como los demás hombres,” ellos se identifican con el recaudador de impuestos que gritó, “¡Dios, sé propicio a mí, pecador!” (Lucas 18:9–13). Acá es donde comienza la humildad, con un profundo sentido de nuestra continua pecaminosidad.

Jesús prosiguió, “Bienaventurados los que lloran” (Mateo 5:4). Esta segunda bienaventuranza sigue naturalmente a la primera. Quienes advierten su pecaminosidad continua se lamentan. Ellos anhelan ver más progresos en la erradicación de los pecados persistentes de sus vidas—incluso esos pecados “respetables” que con tanta frecuencia toleramos en nosotros mismos.

La tercera bienaventuranza, “Bienaventurados los mansos,” (v. 5), deriva de las dos primeras. La mansedumbre no es debilidad de carácter sino fuerza de carácter. Es la actitud de alguien que al darse cuenta de su propia pobreza espiritual reconoce que no merece nada de la mano de Dios o de sus semejantes. Él no se resiente ante las providencias adversas de Dios o los maltratos de otras personas. Él cree que Dios hará todas las cosas por su bien, por lo tanto deja su situación en manos de Dios.

“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia” (v. 6). ¿Qué hace que los creyentes tengan hambre y sed de justicia? Es el reconocimiento creciente de su propia pecaminosidad continua, unido a la feliz comprensión de que sus pecados están cubiertos por la sangre de Cristo y que están ataviados con Su justicia. Ellos tienen el profundo deseo de ser en su experiencia como son en su posición frente a Dios. Anhelan cada vez más ser liberados de los patrones persistentes de pecado en sus vidas y ver más de los misericordiosos rasgos que la Biblia llama “el fruto del Espíritu.” La tensión entre lo que desean ser y lo que advierten que aún les falta para ello produce un estado continuo de humildad hacia Dios y las demás personas.

“Bienaventurados los misericordiosos” (v. 7). La misericordia en su forma más básica denota un sentido de lástima o compasión para quienes están en un cierto estado de miseria. Pero a veces es sinónimo de perdón, como cuando el recaudador de impuestos oró, “Dios, sé propicio a mí, pecador” (Lucas 18:13). Este es, sin duda, el sentido con que Jesús lo usó aquí. La mejor descripción de esta forma de compasión está en la parábola del siervo despiadado (Mateo 18:23–35). El señor tuvo lástima del siervo que le debía diez mil talentos y le perdonó tan tremenda deuda. Poco después el siervo encontró a un compañero que le debía cien denarios (una suma insignificante en relación con la que él debía) y se negó a perdonarlo. El señor, cuando escuchó lo ocurrido, dijo “¡Siervo malvado! Te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también haberte compadecido de tu compañero, así como yo me compadecí de ti?” (v. 32–33).

Los misericordiosos, entonces, son aquellos que perciben cuánto han sido perdonados, y rápidamente perdonan a quienes pecan en contra de ellos. La misericordia comienza con la humildad, con un profundo sentido de la propia pobreza espiritual unido a una creciente comprensión de todo lo que Dios nos ha perdonado.

“Bienaventurados los puros de corazón” (Mateo 5:8). Ser puro de corazón es estar libre de deshonra en la propia esencia de nuestro ser. No significa perfección libre de pecado, sino que la vida de uno está caracterizada por el sincero deseo y el honesto esfuerzo de perseguir esa santidad sin la cual nadie verá al Señor (Hebreos 12:14).

“Bienaventurados los pacificadores” (Mateo 5:9). Un pacificador en primer lugar busca estar en paz con los demás. Como escribió Pablo, “Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres” (Romanos 12:18). Esto significa que tomamos la iniciativa de hacer la paz aun cuando se nos ha ofendido. Sólo cuando tenemos esta actitud hacia nosotros mismos podemos tratar de ser pacificadores con otros.

La persona que intenta vivir esas siete bienaventuranzas por lo general se destaca en la sociedad. Uno podría pensar que la gente admira y aprecia a aquellos cuyas vidas están caracterizadas por esos rasgos. Pero también lo opuesto a menudo es verdadero. La sociedad no aprecia la humildad porque es demasiado contraria a sus valores. Como resultado puedes ser vilipendiado e incluso perseguido, pero al final serás bendecido porque “Dios se opone a los orgullosos, pero da gracia a los humildes” (Santiago 4:6).

Fuente original: Libros y Sermones Bíblicos



miércoles, 9 de julio de 2014

Entrad por la puerta estrecha - Martyn Lloyd Jones

Nuestro Señor lo afirmó una vez y para siempre en el Sermón del Monte: “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”. ¿Vemos lo que está diciendo? Nos dice: Mira el camino ancho, ve cuan maravilloso parece. 

Puedes ir con la multitud y hacer lo que hacen los demás; todos ríen y hacen bromas. La puerta y el camino son anchos y espaciosos. Todo parece maravilloso allí y este otro camino parece ser tan miserable:“angosta es la puerta”. Un paso a la vez, una decisión personal, luchando con uno mismo, tomando la cruz. “Estrecha es la puerta, y angosto el camino”. Y es porque miran sólo el comienzo que muchos están en el camino ancho. ¿Qué es lo que les sucede? No miran el fin. “Ancha es la puerta, y espacioso el camino, que lleva a la perdición”“Estrecha es la puerta, y angosto el camino”, pero —y éste es el fin— “lleva a la vida”. El fin de uno es destrucción, el del otro, vida.

El problema en esta vida es que las personas  miran  sólo  el  comienzo.  Al  parecer  sus  vidas  son  lo  que  nosotros  llamamos  “de película”. Llaman la atención constantemente, y los que la viven dan la apariencia de pasarlo maravillosamente bien. ¡Ah de los jóvenes que han sido criados pensando que la vida es así, y que vivir de este modo es la suprema felicidad! Miremos el fin de ellos. Miremos cómo entran y salen  de  los  juicios  de  divorcio,  convirtiendo  el  matrimonio  en  una  aceptada  prostitución, indignos de tener hijos a causa de sus egoísmos y porque no saben educarlos. Las personas son atraídas por las apariencias. Miran sólo la superficie; miran sólo el comienzo. No miran el fin de este tipo de vida; no piensan, en ningún instante, en el resultado final. De todos modos, es cierto hoy en día, como lo fue siempre, y la Biblia lo dice constantemente, que el fin de estas cosas es “destrucción”.

lunes, 2 de junio de 2014

Los ojos del Señor están sobre ti

LOS OJOS DEL SEÑOR ESTÁN SOBRE SUS HIJOS

by David Wilkerson

En medio de esta global “agitación de todas las cosas”, ¿cuál es la gran preocupación de Dios? ¿Será en los eventos del Medio Oriente? ¡No! La Biblia nos dice que la mirada de Dios está puesta sobre Sus hijos. “He aquí el ojo de Jehová sobre los que le temen, sobre los que esperan en su misericordia” (Salmos 33:18).

Nuestro Señor es consciente de todo lo que se mueve en la Tierra, de todo lo que respira. Y aun así, Su mirada está primordialmente enfocada en el bienestar de Sus hijos. Él fija Sus ojos en el dolor y las necesidades de cada miembro de Su cuerpo espiritual. Dicho de una forma simple, cualquier cosa que nos duela, le preocupa a Él.

Para demostrarlo, Jesús dijo: “Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno” (Mateo 10:28). Incluso, en medio de grandes guerras mundiales, el primer enfoque de Dios no está en los tiranos. Su enfoque está en cada circunstancia que sucede en las vidas de Sus hijos.

Cristo dijo en el siguiente versículo: “¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre” (Mateo 10:29). En los días de Cristo, estos pajarillos eran la carne de los pobres y se vendían a dos por un centavo. Sin embargo, Jesús dijo que ninguna de estas pequeñas criaturas caía a tierra sin que lo supiera nuestro Padre. El uso que le da Jesús al verbo “caer” en este versículo, va más allá de la muerte de un ave. El significado arameo es: “Posarse sobre la tierra”, en otras palabras, “caer” indica hasta el mínimo sobresalto que un pequeño pajarillo hace.

Con esto Cristo nos está diciendo: “Los ojos de tu Padre están puestos sobre el pajarillo, no sólo cuando muere, sino aun cuando se posa en tierra. A medida que el pajarillo aprende a volar, cae del nido y comienza a brincar sobre la tierra. Dios ve hasta la lucha más pequeña que éste tiene y se preocupa de cada detalle de su vida”.

Luego Jesús añade: “Así que, no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos” (Mateo 10:31). De hecho, Él dice: “Pues aun vuestros cabellos están todos contados” (Mateo 10:30). En otras palabras, Aquél que creó y contó cada estrella, que monitoreó cada acto del Imperio Romano y que mantiene a las galaxias en órbita, tiene Sus ojos fijados en ti. Y, Jesús pregunta: “¿No valéis vosotros mucho más que ellos?”

jueves, 29 de mayo de 2014

TODO LO QUE ÉL QUIERE ES TU FE

TODO LO QUE ÉL QUIERE ES TU FE

by David Wilkerson | May 29, 2014
Dios no quiere tu casa, tu carro, tus muebles, tus ahorros, tus posesiones. Todo lo que Él quiere es tu fe, tu fuerte confianza en Su Palabra. Y tal vez eso es lo que más les hace falta a las personas que parecen ser más espirituales. Puedes pensar que alguien más sea más espiritual que tú, pero dicha persona podría estar luchando arduamente para mantener una apariencia de justicia. Sin embargo, cuando Dios te mira, Él declara: “He aquí un hombre justo o una mujer justa”. ¿Por qué? Porque has admitido tu incapacidad de llegar a ser justo y has confiado en que el Señor te dará Su justicia.

Pablo nos dice que somos contados como justos a los ojos de Dios, por la misma razón por la que Abraham lo fue. “por lo cual también su fe [la fe de Abraham] le fue contada por justicia. Y no solamente con respecto a él se escribió esto, sino también con respecto a nosotros a quienes ha de ser contada por justicia, esto es, a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro” (Romanos 4:22-24).

Puede que declares: “¡Yo creo esto! Tengo fe en aquel Dios que resucitó a Jesús”, pero aún permanece la siguiente pregunta: “¿Crees que el Señor puede resucitar tu matrimonio lleno de problemas? ¿Crees que Él puede traer vida a un familiar que está muerto espiritualmente? ¿Crees que Él puede sacarte del hoyo de un hábito que te está consumiendo? ¿Crees que Él puede borrar tu pasado maldecido y restaurar todos los años desperdiciados?
Cuando todo parece sin esperanza, cuando estás en una situación imposible, sin recursos, y sin ninguna esperanza por delante, ¿crees que Dios será tu “Jehová Jireh” y proveerá para tu necesidad? ¿Crees que Él está comprometido en cumplir Sus promesas para contigo y que si tan sólo una de Sus Palabras fallara, los cielos se derretirían y el universo colapsaría?

“Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié” (Isaías 55:10-11).

miércoles, 21 de mayo de 2014

¿Instruyes a tus hijos en los caminos de Dios?


Este versículo habla de una labor muy grande.

Muchos padres y madres de familia podrán ver en el pasaje citado una promesa muy grande de Dios, misma que les asegura que ese hijo o esos hijos, aún ya mayores, andarán en el camino correcto; pero, dejan de ver o de profundizar precisamente en la primer palabra con que comienza el versículo: "Instruye". 

¿Sabes tú lo que implica esto? 
¿Infieres por lógica que esto representa un esfuerzo enorme y un entregarte a tus hijos al 100%? ¿Haces esto con tus hijos, es decir, los instruyes en el Camino de Jesús?

Hoy escuchamos a padres o madres de familia decir cosas como éstas:

- ¡Yo no sé por qué mi hijo(a) no obedece! ¡Es muy malcriado!
- ¿Por qué Dios me habrá mandado un hijo(a) así de desobediente?
- ¿Por qué mis hijos no me respetan y tampoco respetan a los demás de la familia?

Y la lista puede continuar, pero podemos dejarla así. Ahora, analicemos esas frases.

- ¿Tu hijo(a) te ve obedecer a tus papás (si aún viven)? ¿Ven en ti un ejemplo de obediencia?

- Dios no te mandó a tus hijos así de desobedientes, tú los has hecho así; punto.

- ¿Tus hijos te ven que respetas a tus mayores (a tus papás, patrones, hermanos mayores, etc)?

Contesta estas preguntas para ti mismo, para ti misma, y si eres sincero o sincera, te vas a dar cuenta de que si tus hijos son desobedientes y poco respetuosos de los demás, la causa eres Tú, que no has hecho una buena labor con tus hijos. Si has de ponerle nombre al motivo de que tus hijos sean rebeldes y desobedientes, pues sencillo, ponle tu nombre.

martes, 13 de mayo de 2014

Suicidio - Alerta en jóvenes mexicanos


Cada 24 horas se suicidan en México 16 jóvenes; en tres décadas se cuadruplica el número de casos. 
El suicidio en México se ha convertido en un problema que afecta principalmente a los jóvenes, quienes ante situaciones de desamor, problemas familiares y económicos optan por quitarse la vida, advierten especialistas y estadísticas que apuntan a ésta como la segunda causa de muerte en el país después de las enfermedades del corazón y cardiovasculares.
En las tres últimas décadas, la tasa de suicidios en México se cuadruplicó al pasar de dos por cada 100 mil habitantes a 7.6, hasta el 2011, según las últimas cifras disponibles.
El 42% de los casos de suicidio se registró en jóvenes entre 15 y 24 años de edad, seguido por el rango de edad de 25 a 34 años. Cada 24 horas fallecen alrededor de 16 personas jóvenes por esta causa.
Según las estadísticas, en 2011 se registraron 5 mil 728 suicidios, la mayoría entre jóvenes de 15 a 24 años, seguido por los rangos de 25 a 34 años.
UN PROBLEMA DE SALUD PÚBLICA
Alerta:
  • El sector “más susceptible” de tomar esta decisión son las mujeres que cursan el nivel secundaria.
  • Durante la primera mitad de 2012 los suicidios en México alcanzaban los 5 mil 190: 4 mil 201 varones y 989 mujeres. La mayoría prefirió el mes de mayo, la minoría, febrero.
Las entidades federativas que tienen un alto número de suicidios son:
  • Estado de México con 600 casos
  • Jalisco con 453
  • Distrito Federal con 413
  • Guanajuato con 358
  • Veracruz con 309
  • Chihuahua con 289
  • Chiapas con 230
  • Nuevo León con 218
  • Tabasco con 188
  • Yucatán con 186 casos
Cicatrices en la familia
La "venda en los ojos" nos impide afrontar y prevenir un drama que se cobra la vida de un millón de personas al año en todo el mundo, tal y como explica a EFE, Itziar Bernaola.
Con sólo 12 años, Elena estuvo a punto de tirarse por la ventana. Fue el primero de siete intentos tras los que se escondía una idea terrible: "Si yo me mato, todos los problemas se acaban", cuenta con crudeza.
El sufrimiento suele ser tan tremendo que "las víctimas prefieren morir a seguir viviendo", precisa el psicólogo clínico Javier Jiménez. Muchos incluso creen que le harán un favor a su familia... no sabiendo que causan un dolor aún mayor por esta trágica pérdida. Pedir ayuda es urgente.
Los hijos de “Antonio” aún se estremecen cuando recuerdan el día en el que su padre se quitó la vida de un balazo. Aquella mañana, José Luis escuchó un grito desgarrador que le marcó para siempre.
"Se quedó fuera de la realidad, dejó de estudiar y era completamente ajeno al dolor que mi madre expresaba a diario", describe Juan Carlos Pérez, su hermano mayor y el autor de "La mirada del suicida: el enigma y el estigma".
Este sociólogo hoy tiene claro que "es fácil mirar para otro lado, pero también es fácil preguntarle a otra persona qué le pasa".
La mayoría de los suicidios esconden un trastorno mental que suele aparecer en la infancia o la adolescencia, por lo que "la verdadera prevención debe hacerse en las primeras etapas de la vida" con vínculos fuertes y niños seguros de sí mismos, advierte el jefe de servicio de Psiquiatría Infantil del Hospital Gregorio Marañón, Celso Arango.
ESPERANZA PARA LA FAMILIA exhorta a los padres de familia a pedir ayuda inmediata de consejería familiar para sus hijos con problemas emocionales. ¡Comuníquese ahora! 
Asimismo, jóvenes con problemas familiares o emocionales, pueden comunicarse sin costo al01800.6906235 o escribir su problemática al correo electrónico:contacto@esperanzaparalafamilia.com para ser atendidos por un consejero juvenil.
Hay esperanza.
Los afligidos y menesterosos buscan las aguas, y no las hay; seca está de sed su lengua; yo el Señor los oiré… (Is. 41.17, RVR 1960)
Con Fuente de información: Gaceta del Senado y periódico La Vanguardia

lunes, 5 de mayo de 2014

Sublime Gracia...

SUBLIME GRACIA

by Gary Wilkerson | May 5, 2014
La gracia que Jesús dice que derrama sobre nosotros no tiene paralelo en la historia de toda la humanidad. La palabra “gracia” ha llegado a ser casi tan común como la palabra “oración” en la Biblia. Todos decimos: “Oh, sí, creo en la gracia. Claro, por supuesto.” Cantamos el himno “Sublime Gracia” y hacemos hincapié en la segunda palabra, porque estamos de acuerdo en que la gracia es algo maravilloso, algo que todos disfrutamos.

¡Pero, espera! ¡Eso no es todo lo que la gracia significa! Es mucho más de lo que podríamos llegar a imaginar. ¿Por qué nuestros corazones no se llenan de euforia o se enamoran de la gracia? Porque, para nosotros, la gracia se ha convertido en algo moderado, aceptable. Se ha convertido en normal, en algo promedio, algo con lo que estamos contentos.

Al hablar acerca de esta gracia revolucionaria e inmerecida, este don de Dios que cambia el corazón y produce fruto en ti, muchos de ustedes están diciendo: “Gracia…, sí… ¡Pero…!” Si eres uno de ellos, estas pendiendo en el reino del legalismo. Estás escapando el reino de la gracia y comenzando a quedar atrapado en tratar de hacer las cosas por ti mismo.
Observa lo que Pablo dice sobre esto a la iglesia de Galacia en Gálatas 3:1-3: “¡Oh gálatas insensatos! ¿Quién os fascinó…? Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?”

Lamentablemente, muchos de nosotros decimos: “Gracias, Jesús, por Tu gracia en la cruz, esa gracia que me ha limpiado y ha hecho borrón y cuenta nueva. Gracias por mi nuevo comienzo… ahora puedo hacer todo por mí mismo”.

El problema es que: no puedes hacerlo por ti mismo. Muchos se sienten ofendidos por la gracia, porque la gracia dice que no podemos hacerlo por nosotros mismos; cada vez que lo intentamos, fallamos miserablemente.

¿Quieres ser libre hoy mismo? Entonces, sólo di estas palabras: “Yo soy un fracaso por mi propia cuenta; no puedo seguir la ley de Dios por mí mismo. “Gracias mi Dios por Tu gracia!”

sábado, 3 de mayo de 2014

¿Por qué orar?


¿Por qué orar? ¿Para qué orar, si Dios ya tiene el perfecto control sobre todas las cosas? ¿Por qué orar, cuando Dios ya sabe lo que le pediremos antes de hacerlo?

(1) La oración es una forma de servir a Dios (Lucas 2:36-38). Oramos porque Dios nos manda que lo hagamos (Filipenses 4:6-7).

(2) El orar es un ejemplo dado a nosotros por Cristo y la iglesia primitiva (Marcos 1:35; Hechos 1:14; 2:42; 3:1; 4:23-31; 6:4; 13:1-3).

(3) Dios decidió que la oración sea el medio para obtener Su intervención en determinadas situaciones:

a) Preparación para decisiones importantes (Lucas 6:12-13).
b) Para derrotar la actividad demoníaca en la vida de las personas (Mateo 17:14-21).

c) En la reunión de los obreros para la cosecha espiritual (Lucas 10:2).
d) Para adquirir fortaleza y vencer ante la tentación (Mateo 26:41).
e) El medio para fortalecer a otros espiritualmente (Efesios 6:18-19).

(4) Tenemos la promesa de Dios de que nuestras oraciones no son en vano, aún si no recibimos específicamente lo que pedimos (Mateo 6:6; Romanos 8:26-27).

(5) Él ha prometido que cuando oremos por cosas que estén de acuerdo a Su voluntad, Él nos las concederá (I Juan 5:14-15).

Algunas veces Él retarda sus respuestas, de acuerdo a Su voluntad y para nuestro beneficio. En estas situaciones, debemos ser diligentes y perseverantes en la oración (Mateo 7:7; Lucas 18:1-8) La oración no debe ser vista como el medio por el cual Dios cumple nuestra voluntad en la tierra, sino como el medio para hacer que la voluntad de Dios sea hecha en la tierra. La sabiduría de Dios excede sin medida a la nuestra.

En situaciones en las que no sabemos específicamente cuál sea la voluntad de Dios, la oración es el medio para discernirla. Si Pedro no le hubiera pedido a Jesús que le ordenara salir de la barca y caminar sobre el agua, él se hubiera perdido de esa experiencia (Mateo 14:28-29). Si la mujer sirofenisa cuya hija estaba poseída por un demonio, no le hubiera rogado a Cristo, su hija no había sido sanada (Marcos 7:26-30). Si el hombre ciego que mendigaba en las afueras de Jericó no hubiera llamado a Cristo, nunca habría recobrado la vista (Lucas 18:35-43). Dios ha dicho que muchas veces no obtenemos lo que pedimos, porque no sabemos cómo pedir (Santiago 4:2). En un sentido, la oración es como compartir el Evangelio con la gente. No sabemos quién responderá al mensaje del Evangelio, hasta que lo compartimos. Es lo mismo con la oración; nunca veremos los resultados de la respuesta a la oración hasta que oremos.

La falta de oración demuestra falta de fe, y falta de confianza en la Palabra de Dios. Oramos para demostrar nuestra fe en Dios, que Él hará conforme a lo que ha prometido en Su Palabra, y bendecirá nuestras vidas abundantemente, más de lo que pudiéramos esperar (Efesios 3:20). La oración es nuestro principal medio para ver la obra de Dios en la vida de otros. Y siendo el medio por el que nos “conectamos” al poder de Dios, es nuestro medio para defendernos del enemigo y su armada (Satanás y su ejército) ante al cual estamos indefensos para derrotarlo por nosotros mismos. Por eso, que Dios nos encuentre con frecuencia ante Su trono, porque tenemos un Sumo Sacerdote en el cielo, que puede identificarse con todo por lo que atravesamos (Hebreos 4:15-16). Tenemos Su promesa de que la oración ferviente del hombre justo puede lograr mucho (Santiago 5:16-18). Que el nombre de Dios sea glorificado en nuestras vidas, creyendo en Él tanto como para acudir con frecuencia ante Él en oración.

lunes, 28 de abril de 2014

Para mi Amigo Jesús




Amigo Jesús,
 
Te llamo amigo porque me entiendes como nadie más lo hace.  Eres el Hijo de Dios.  Lo sé.  Pero también eres totalmente hombre, como yo.  


Tú conoces mis lágrimas, mi dolor, mi soledad y mi desamparo.  Tuviste hambre y estuviste cansado.  Batallaste con la tentación, como yo.  Sabes lo que se siente estar solo.  Incluso tus amigos más cercanos te abandonaron cuando más los necesitaste.  Y sólo puedo imaginar tu dolor cuando tu propio Padre te volvió la espalda.


 
Abrázame fuerte, mi Pastor Jesús.  Quiero crecer en sabiduría y estatura y en la gracia, como tú lo hiciste (Lc. 2:52).  Quiero depender obedientemente de nuestro Padre en los Cielos – no de mí mismo – para todo lo que hago (Jn. 5:19).  Por favor, enséñame a descubrir tu gozo, mientras hago morir mis propia voluntad, mis deseos y mis sueños, y cargo tu cruz contigo (He. 12:2).
 
Gracias por morir en mi lugar.  Llevaste contigo todo mi pecado y mi culpa a la tumba, para que nunca sea recordado de nuevo.  Eres el victorioso segundo hombre, mucho más superior que el primero. Lo demostraste porque te levantaste de la muerte para reinar como Señor sobre todo, por siempre.  No puedo esperar para verte cara a cara y tocar tus manos con las cicatrices de los clavos.
 
Te amo, mi Pastor, mi Pastor totalmente humano, mi amigo (Jn. 15:15).  Eres un modelo para mí, pero eres mucho más.  Eres mi vida.  Mi esperanza.  Mi victoria hoy.  Comparte hoy conmigo los secretos en el corazón de tu Padre.  Te escucho.  Te amo.  Amén.



lunes, 14 de abril de 2014

Me levantaré....cuando Él pronuncie mi nombre!!!


viernes, 11 de abril de 2014

¿Cuál es la religión verdadera?


La religión puede ser definida como “la creencia en Dios o dioses, que deben ser adorados, usualmente expresada mediante conductas y rituales” o “cualquier sistema específico de creencia, adoración, etc., que con frecuencia incluye un código de ética.” 

Más del 90% de la población mundial está adherida a alguna forma de religión. El problema es que hay demasiada diversidad de religiones. ¿Cuál es la religión correcta? ¿Cuál es la religión verdadera? 

Los dos ingredientes más comunes en las religiones son, reglas y rituales. Algunas religiones son esencialmente solo una lista de reglas de hacer o no hacer, que una persona debe observar a fin de ser considerado como un fiel partidario de esa religión, y por lo tanto, justo ante el Dios de esa religión. Dos ejemplos de religiones basados en las reglas son el Islamismo y el Judaísmo. El Islam tiene sus cinco pilares que deben ser observados. El Judaísmo tiene cientos de mandamientos y tradiciones que deben ser observados. Ambas religiones, hasta cierto punto, sostienen que obedeciendo las reglas de la religión, una persona será considerada justa ante Dios. Otras religiones se enfocan más en la observancia de rituales, en lugar de la obediencia a una lista de reglas. Mediante la ofrenda de este sacrificio, desempeñando esta tarea, participando en este servicio, consumiendo esta comida, etc., una persona es hecha justa ante Dios. El ejemplo más prominente de una religión basada en rituales es el Catolicismo Romano. El Catolicismo Romano afirma que siendo bautizado con agua en la infancia, participando en la Misa, confesando los pecados al sacerdote, ofreciendo oraciones a los santos en el Cielo, siendo ungido por un sacerdote antes de la muerte, etc., etc., Dios aceptará a tal persona en el Cielo después de su muerte. El Budismo e Hinduismo también son religiones basadas principalmente en rituales, pero también pueden ser considerados en menor grado como basados en reglas.

La verdadera religión ni está basada en reglas ni en rituales. La verdadera religión es una relación con Dios. Dos cosas que todas las religiones sostienen son, que de alguna manera, la humanidad está separada de Dios y que necesita ser reconciliada con Él. Las religiones falsas buscan resolver este problema mediante la observancia de reglas y rituales. La verdadera religión resuelve el problema mediante el reconocimiento de que solo Dios puede restablecer esa separación, y que Él ya lo ha hecho. La verdadera religión reconoce lo siguiente: 

• Todos hemos pecado y por tanto estamos separados de Dios (Romanos 3:23)

• Si esto no es rectificado, el justo castigo por el pecado es la muerte y la separación eterna de Dios después de la muerte (Romanos 6:23)

• Dios vino a nosotros en la Persona de Jesucristo quien murió en nuestro lugar, tomando el castigo que todos merecemos, y resucitando de entre los muertos para demostrar que Su muerte fue un sacrificio suficiente (Romanos 5:8; 1 Corintios 15:3-4; 2 Corintios 5:21).

• Si creemos en Jesucristo como el Salvador, confiando en Su muerte como el pago completo por nuestros pecados, somos perdonados, salvados, redimidos, reconciliados, y justificados ante Dios (Juan 3:16; Romanos 10:9-10; Efesios 2:8-9).

La religión verdadera tiene reglas y rituales, pero hay una diferencia crucial. En la religión verdadera, las reglas y rituales son observadas por gratitud a la Salvación que Dios proveyó – NO en un esfuerzo por obtener esa salvación. La religión verdadera, la cual es el Cristianismo Bíblico, tiene reglas que hay que obedecer (no matarás, no cometerás adulterio, no mentirás, etc.) y rituales que observar (el bautismo en agua por inmersión y la Cena / Comunión del Señor). La observancia de estas reglas y rituales no es lo que nos hace una persona justa ante Dios. Más bien, estas reglas y rituales son el RESULTADO de nuestra relación con Dios, por gracia a través de la fe en Jesucristo solamente como el Salvador. La religión falsa es hacer cosas (reglas y rituales) para tratar de ganar el favor de Dios. La religión verdadera es creer en Jesucristo como Salvador y por ese medio obtener una correcta relación con Dios – y entonces hacer las demás cosas (reglas y rituales) por el amor a Dios y el deseo de acercarnos más a Él.