TODO LO QUE ÉL QUIERE ES TU FEby David Wilkerson | May 29, 2014 |
Dios no quiere tu casa, tu carro, tus muebles, tus ahorros, tus posesiones. Todo lo que Él quiere es tu fe, tu fuerte confianza en Su Palabra. Y tal vez eso es lo que más les hace falta a las personas que parecen ser más espirituales. Puedes pensar que alguien más sea más espiritual que tú, pero dicha persona podría estar luchando arduamente para mantener una apariencia de justicia. Sin embargo, cuando Dios te mira, Él declara: “He aquí un hombre justo o una mujer justa”. ¿Por qué? Porque has admitido tu incapacidad de llegar a ser justo y has confiado en que el Señor te dará Su justicia.
Pablo nos dice que somos contados como justos a los ojos de Dios, por la misma razón por la que Abraham lo fue. “por lo cual también su fe [la fe de Abraham] le fue contada por justicia. Y no solamente con respecto a él se escribió esto, sino también con respecto a nosotros a quienes ha de ser contada por justicia, esto es, a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro” (Romanos 4:22-24).
Puede que declares: “¡Yo creo esto! Tengo fe en aquel Dios que resucitó a Jesús”, pero aún permanece la siguiente pregunta: “¿Crees que el Señor puede resucitar tu matrimonio lleno de problemas? ¿Crees que Él puede traer vida a un familiar que está muerto espiritualmente? ¿Crees que Él puede sacarte del hoyo de un hábito que te está consumiendo? ¿Crees que Él puede borrar tu pasado maldecido y restaurar todos los años desperdiciados?
Cuando todo parece sin esperanza, cuando estás en una situación imposible, sin recursos, y sin ninguna esperanza por delante, ¿crees que Dios será tu “Jehová Jireh” y proveerá para tu necesidad? ¿Crees que Él está comprometido en cumplir Sus promesas para contigo y que si tan sólo una de Sus Palabras fallara, los cielos se derretirían y el universo colapsaría?
“Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié” (Isaías 55:10-11).
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