jueves, 29 de enero de 2015

Una fe triunfante


“No temas, cree solamente”.    
Marcos  5:36

A medida que somos capaces de confiar en Dios y afirmamos en nuestro corazón la creencia de que Él puede y está dispuesto a ayudar a todos los que confían  en Jesús para salvación, y en todos los demás asuntos que son para la gloria divina y para el bienestar humano, en esa misma medida tenemos calma y paz en  nuestros corazones.

Perdemos nuestra paz y estamos en problemas cuando en la práctica permitimos que la fe en su poder  y en su amor se vaya. Recuerde que el tiempo apropiado para que la fe obre es cuando cesa de obrar la vista. Mientras más grandes sean las dificultades, más fácil se hace para la fe.  Mientras subsistan ciertas expectativas  de ayuda humana, la fe no actuará con la facilidad con que lo hace cuando fallan todas perspectivas.

Todos los hijos de Dios, sin importar su posición en el mundo o en la iglesia, deben poner su confianza en Dios para todo lo relacionado con su cuerpo, su alma, sus negocios, su familia, su posición en la iglesia, su servicio a Dios, etc. Y es imposible, al hacerlo, no disfrutar  de la bendición resultante. El primer resultado es la paz de Dios que guarda nuestros corazones y nuestras mentes como si fueran una guarnición militar, y el segundo es una verdadera libertad en la  relación con las circunstancias, los tiempos, los lugares y las personas.

La fe se remonta por encima de las circunstancias. Ni la guerra, ni el fuego, ni el agua, ni el pánico empresarial, ni la pérdida de los amigos, ni la muerte, la pueden afectar. Ella sigue firme su curso, triunfa sobre todas las dificultades. Y en las grandes dificultades opera más fácilmente. Los que confían de veras en Dios porque conocen el poder de su brazo y el amor de su corazón demostrados en la muerte y resurrección de su Hijo unigénito, reciben ayuda  no importa cuán grandes sean sus pruebas y dificultades.


Padre Celestial, ayúdame para que mi fe se levante hoy por encima de las circunstancias. No importa lo que venga a mi vida, confío en el poder de la resurrección de tu Hijo y lo veo sentado a tu diestra. Fortaléceme  para que yo me mantenga firme en tu inmutable amor. Amén. 

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