“No temas, cree solamente”.
Marcos 5:36
A medida que somos capaces de confiar en Dios y
afirmamos en nuestro corazón la creencia de que Él puede y está dispuesto a
ayudar a todos los que confían en Jesús para salvación, y en todos los
demás asuntos que son para la gloria divina y para el bienestar humano, en esa
misma medida tenemos calma y paz en nuestros corazones.
Perdemos nuestra paz y estamos en problemas cuando en
la práctica permitimos que la fe en su poder y en su amor se vaya.
Recuerde que el tiempo apropiado para que la fe obre es cuando cesa de obrar la
vista. Mientras más grandes sean las dificultades, más fácil se hace para la
fe. Mientras subsistan ciertas expectativas de ayuda humana, la fe
no actuará con la facilidad con que lo hace cuando fallan todas perspectivas.
Todos los hijos de Dios, sin importar su posición en
el mundo o en la iglesia, deben poner su confianza en Dios para todo lo
relacionado con su cuerpo, su alma, sus negocios, su familia, su posición en la
iglesia, su servicio a Dios, etc. Y es imposible, al hacerlo, no
disfrutar de la bendición resultante. El primer resultado es la paz de
Dios que guarda nuestros corazones y nuestras mentes como si fueran una
guarnición militar, y el segundo es una verdadera libertad en la relación
con las circunstancias, los tiempos, los lugares y las personas.
La fe se remonta por encima de las circunstancias. Ni
la guerra, ni el fuego, ni el agua, ni el pánico empresarial, ni la pérdida de
los amigos, ni la muerte, la pueden afectar. Ella sigue firme su curso, triunfa
sobre todas las dificultades. Y en las grandes dificultades opera más
fácilmente. Los que confían de veras en Dios porque conocen el poder de su
brazo y el amor de su corazón demostrados en la muerte y resurrección de su
Hijo unigénito, reciben ayuda no importa cuán grandes sean sus pruebas y
dificultades.
Padre Celestial, ayúdame para que mi fe se levante hoy por encima de las circunstancias. No importa lo que venga a mi vida, confío en el poder de la resurrección de tu Hijo y lo veo sentado a tu diestra. Fortaléceme para que yo me mantenga firme en tu inmutable amor. Amén.