El Camino Arduo a la Madurez
Aunque ahora, por un poco de tiempo si es necesario, seáis afligidos con diversas pruebas, pa ra que la prueba de vuestra fe, más preciosa que el oro que perece, aunque probado por fuego, sea hallada que resulta en alabanza, gloria y honor en la revelación de Jesucristo. —1 Pedro 1:6-7
Un día mientras almorzaba con un exitoso hombre de negocios, el tema de la sabiduría surgía a cada rato en la conversación. En un momento le pregunté: «¿Cómo puede una persona obtener sabiduría? Lo dije porque siempre se habla de ser hombres de sabiduría, pero pocos hablan acerca de cómo obtenerla».
Su respuesta fue directa y al punto: «El dolor».
Hice una pausa y lo miré a los ojos. No conocía toda su vida, pero con esa respuesta supe que esa palabra no era solo algo teórico. El dolor y él se conocían muy bien. Después de escuchar lo que había estado sufriendo en meses recientes, le dije que notaba que había estado tanto tiempo en el crisol que seguramente ya tendría un doctorado en sabiduría. Le mencioné un par de versículos del primer capítulo de Santiago: «Tened por sumo gozo, hermanos míos, el que os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia, y que la paciencia tenga su perfecto resultado, para que seáis perfectos y completos, sin que os falte nada» (vv.2-4).
¿No son esas palabras increíbles? Y más importante aún, son absolutamente verdaderas. Al convivir con las pruebas de la vida y las tentaciones; al permitirles que entren a nuestro mundo privado y que generen la peculiar cualidad de la perseverancia, nos convertimos en personas con un carácter maduro. No existen atajos, no hay tal cosa como una perseverancia instantánea. El dolor causado por las interrupciones, las decepciones, la pérdida, el fracaso, los accidentes y la enfermedad son parte del arduo y largo camino a la madurez, la cual nos lleva la sabiduría. No hay otro camino.
- Charles R. Swindoll
Aunque ahora, por un poco de tiempo si es necesario, seáis afligidos con diversas pruebas, pa ra que la prueba de vuestra fe, más preciosa que el oro que perece, aunque probado por fuego, sea hallada que resulta en alabanza, gloria y honor en la revelación de Jesucristo. —1 Pedro 1:6-7
Un día mientras almorzaba con un exitoso hombre de negocios, el tema de la sabiduría surgía a cada rato en la conversación. En un momento le pregunté: «¿Cómo puede una persona obtener sabiduría? Lo dije porque siempre se habla de ser hombres de sabiduría, pero pocos hablan acerca de cómo obtenerla».
Su respuesta fue directa y al punto: «El dolor».
Hice una pausa y lo miré a los ojos. No conocía toda su vida, pero con esa respuesta supe que esa palabra no era solo algo teórico. El dolor y él se conocían muy bien. Después de escuchar lo que había estado sufriendo en meses recientes, le dije que notaba que había estado tanto tiempo en el crisol que seguramente ya tendría un doctorado en sabiduría. Le mencioné un par de versículos del primer capítulo de Santiago: «Tened por sumo gozo, hermanos míos, el que os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia, y que la paciencia tenga su perfecto resultado, para que seáis perfectos y completos, sin que os falte nada» (vv.2-4).
¿No son esas palabras increíbles? Y más importante aún, son absolutamente verdaderas. Al convivir con las pruebas de la vida y las tentaciones; al permitirles que entren a nuestro mundo privado y que generen la peculiar cualidad de la perseverancia, nos convertimos en personas con un carácter maduro. No existen atajos, no hay tal cosa como una perseverancia instantánea. El dolor causado por las interrupciones, las decepciones, la pérdida, el fracaso, los accidentes y la enfermedad son parte del arduo y largo camino a la madurez, la cual nos lleva la sabiduría. No hay otro camino.
- Charles R. Swindoll