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“Pasaba Jesús por ciudades y aldeas, enseñando, y encaminándose a Jerusalén. Y alguien le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo: Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán. Después que el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois. Entonces comenzaréis a decir: Delante de ti hemos comido y bebido, y en nuestras plazas enseñaste. Pero os dirá: Os digo que no sé de dónde sois; apartaos de mí todos vosotros, hacedores de maldad. Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros estéis excluidos.” (Lucas 13:22-28)
La respuesta de Jesús a la pregunta: ¿Son pocos los que se salvan? nos deja sorprendidos, porque lejos de responder con un simple sí o un no, se va más allá y nos abre un panorama amplio sobre el tema de la salvación. Seguro que cuando el Espíritu Santo comienza a ministrar la vida de una persona surgen en ella muchas preguntas sobre lo espiritual. Si tú tienes la intención de ser cristiano, quizás una de tus más profundas preguntas es pensar: ¿Quiénes llegarán al final? ¿Quiénes se van a salvar? La respuesta la da Jesús mismo y es necesario poner atención a sus palabras para entender su significado y no ser de aquellos que se fatigan buscando el camino a la salvación y nunca lo encuentran; o peor aún: se extravían de él.
Dios conoce todas las cosas
Jesús es Dios. Él conoce todas las cosas y por eso su palabra está cargada de solemnes amonestaciones para aquellos que quieren caminar con él. Cuando él dice que muchos van a procurar ser salvos, y no van a poder, está hablando en serio. No es que Dios quiera desanimarnos, sino todo lo contrario. Dios quiere que calculemos bien el precio antes de comenzar la carrera.
La puerta angosta podemos entenderla como el inicio del camino del cristianismo, o el inicio de la senda al cielo. Es ahí donde comienza todo. Así que en vano resulta la pregunta de ¿quiénes llegarán al cielo?. Si ni siquiera te has preocupado por encontrar la puerta, entonces olvídate del cielo o la salvación. Estás errando el tiro. Preocúpate por encontrar la puerta correcta antes de aventurarte en una senda equivocada. Muchas personas son ministradas por sus propios engaños.
¿Quiénes son los que procuran entrar?
Tú que estás aquí hoy. Los que llenan las iglesias. Los que cada domingo asisten a escuchar la palabra de Dios. Quienes dicen ser salvos. Aquellos que leen y estudian la Biblia preguntando por el camino correcto. Estos son los que procuran o quieren entrar al reino de los cielos. Si muchos procuran entrar por esa puerta estrecha entonces, ¿por qué muy pocos entrarán? La respuesta está en el versículo 24:“Esforzaos a entrar…”. La causa por la cual pocos andarán en el camino de la vida es que pocos se esforzarán. El camino al infierno está tapizado de buenos deseos. El camino al cielo ha sido hecho para aquellos que se esfuerzan. Así que el que no entra es porque no se esfuerza.
¿Qué es esforzarse?
- participar en una contienda
- luchar o contender contra adversarios
- metafóricamente.- luchar por, forcejear, esforzarse, con dificultades o peligros, esforzarse con celo intenso, pugnar o luchar por obtener algo.
La sola palabra que usó Jesús nos habla de la actitud que debe tener una persona para llegar al final de la carrera y permanecer en el cristianismo y así obtener la salvación de su alma.
Quiero citar la carta escrita hace muchos años por un estudiante de un colegio de Estados Unidos, que se convirtió al comunismo estando en México. El propósito de la carta era explicarle a su novia el porqué tenía que romper su compromiso:
“Nosotros los comunistas, tenemos que contar con muchas bajas. Somos aquellos que somos calumniados y ridiculizados y despedidos de nuestro trabajo, y en cualquier otra forma nos hacen la vida lo más difícil posible. Un cierto porcentaje de nosotros será muerto o encarcelado. Vivimos en pobreza. Devolvemos al Partido cada centavo que ganamos más allá de lo que es absolutamente necesario para mantenernos con vida. Nosotros los comunistas, no tenemos tiempo ni dinero para muchas películas o conciertos o parrilladas o casas bonitas y carros nuevos. Nos llaman fanáticos. ¡Somos fanáticos! Nuestras vidas son dominadas por un solo factor que eclipsa todo lo demás: la lucha por el Comunismo Mundial.
Nosotros los comunistas, tenemos una filosofía de vida que ningún monto de dinero podría comprar. Tenemos una causa para luchar por ella, un propósito definitivo en la vida. Sometemos nuestros egos insignificantes bajo un gran movimiento de la humanidad. Y si nuestra vida personal parece dura, o nuestro ego parece sufrir por la sumisión bajo el Partido, entonces somos adecuadamente recompensados por el hecho de que cada uno de nosotros, a su manera pequeña, está contribuyendo a algo nuevo y verdadero y mejor para la humanidad.
La causa comunista es mi vida, mi negocio, mi religión, mi pasatiempo, mi enamorada, mi esposa y amante, mi pan y carne. Trabajo por ella de día y sueño con ella de noche. Su dominio sobre mí crece, y no disminuye, mientras el tiempo pasa. Por tanto, no puedo seguir con una amistad, una relación amorosa, o siquiera una conversación, sin relacionarla con esta fuerza que guía e impulsa mi vida. Yo evalúo a las personas, los libros, las ideas, y las acciones, según cómo afectan la causa comunista, y según su actitud hacia ella. Ya he estado en la cárcel por causa de mis ideas, y si fuera necesario, estoy dispuesto a parecer ante un comando de ejecución.”
Si realmente creemos que nos estamos esforzando por salvar nuestras almas, sería bueno que comparáramos nuestros deseos con el fuerte anhelo expresado en esta carta. por la causa del comunismo. ¿Realmente estás procurando entrar por la puerta estrecha? ¿En verdad te esfuerzas?
Jesucristo no estaba jugando a la iglesia. Él quiere personas que tengan tal actitud y firmeza para extender su reino y que lo hagan con perseverancia: “Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan.” (Mateo 11:12). Ser violento es ser enérgico. El tipo de persona que no pareciera ser uno solo, sino todo un ejército.
El estorbo egoísta
El no querer esforzarse es la causa principal por la cual muchos quedarán excluidos del reino de Dios, pero esa negativa a esforzarse tiene su raíz en el egoísmo. Muchos están más interesados en cumplir sus propias metas, anhelos y deseos, y viven para ello. Siempre hay algo que manda en el corazón de las personas para darle la vuelta al cristianismo, y ese amo es uno mismo.
Jesucristo puso bien claras sus demandas, y no pudo haber sido más tajante cuando dijo: “Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo,tome su cruz cada día, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará.” (Lucas 9:23-24).
Negarse a uno mismo es olvidarse de sí, dejar de mirarse y olvidar nuestros intereses. 1 Esto es precisamente lo que está detrás de la negativa a dejarlo todo para entrar por esa puerta estrecha. Negarse a uno mismo es dejar de vivir para nuestros placeres. Dejar de agradarse a uno mismo. Dicho de otra forma: dejar el pecado.
¿Por qué la gente no deja el pecado?
El pecado es el compañero de toda persona que no se compromete a la causa de Cristo. ¿Quieres conocer una persona que no encontrará ni entrará por la puerta estrecha? Ese es el pecador. Algunas de las causas por las cuales las personas no dejan sus pecados son las siguientes:
- No se sienten pecadores o se creen más justos que los demás.- “En este mismo tiempo estaban allí algunos que le contaban acerca de los galileos cuya sangre Pilato había mezclado con los sacrificios de ellos. Respondiendo Jesús, les dijo: ¿Pensáis que estos galileos, porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que todos los galileos? Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente. O aquellos dieciocho sobre los cuales cayó la torre en Siloé, y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que todos los hombres que habitan en Jerusalén? Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente.” (Lucas 13:1-5). Hay personas que creen que Dios tiene una doble medida para juzgar a las personas. Creen que por no ser adúlteros, asesinos, narcotraficantes o borrachos no son tan pecadores. Jesús dijo que el castigo será igual para todo aquel que no se arrepienta de cualquier pecado.
- Creen que por estar en una iglesia verdadera, ya son cristianos.- “Dijo también esta parábola: Tenía un hombre una higuera plantada en su viña, y vino a buscar fruto en ella, y no lo halló. Y dijo al viñador: He aquí, hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo; córtala; ¿para qué inutiliza también la tierra? Él entonces, respondiendo, le dijo: Señor, déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor de ella, y la abone. Y si diere fruto, bien; y si no, la cortarás después.” (Lucas 13:6-9). Hay personas que se engañan creyendo que la bondad de Dios no tiene un límite. Dios en su bondad nos da lo necesario para darle fruto, pero hay quienes piensan que aun sin dar fruto, Dios hará una excepción y no serán cortados por el simple hecho de estar plantados en una viña.
- Porque nunca se examinan a la luz de la Biblia.- “Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.” (1 Juan 3:9). “Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios.” (1 Juan 4:7). “Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.” (1 Juan 5:4). “Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca.” (1 Juan 5:18). La Biblia dice quiénes son hijos de Dios, y quiénes no. Hay quien quiere seguir creyéndose cristiano aunque la Biblia lo repruebe.
Cada uno escribe su destino
Con lo dicho hasta ahora, parece todavía impensable que en el día del juicio de Dios muchos insistirán en protestar: “Señor, Señor, ábrenos”. Como si los juicios de Dios no fueran justos. Ahora entendemos por qué Jesús llamará a tales personas “hacedores de maldad”. Gente sin compromiso verdadero con la palabra de Dios saldrá en su propia defensa extrañada de que se les excluya de la salvación.
No seamos de aquellos que estarán en la lista de excluidos. Procuremos hallar la puerta que lleva a la salvación. Esforcémonos a entrar por la puerta angosta.
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